Casi como el vendaval que veo azotar las calles por la ventana, descubrir esta plataforma me ha frenado en seco, ha aumentado mi culpa por procrastinar - aún más - varios proyectos que tienen mi creatividad atascada, y ha puesto absolutamente todo mi foco - algo difícil en mi cabecita dispersa - en volver a coger la pluma y el papel tras bucear en las miles de historias que se esconden en cada perfil.
Lo cierto es que, tras más de dos años sin teclear durante horas, mi niña interior le echa la culpa a ese sentimiento tan mío de no saber nunca elegir del todo entre las palabras y las imágenes, entre la pluma y la cámara. Ambas son para mí compañeras perfectas del mismo viaje, caras de la misma moneda, formas de emocionar y cambiar el mundo a través de historias, pero cierto es que a menudo el tiempo de enfoque en una cosa implica desatender la otra.
Sin embargo, este momento vital desgarrador - hace poco más de un mes tuve que despedirme de mi perro, mi compañero de vida durante 18 años - me estaba pidiendo a gritos volver a las letras para tratar de digerir algo aún tan inconcebible en mi mente y más aún en mi alma.
Justo ahí, esta plataforma se ha cruzado en mi camino para hacer de la evitación algo imposible. He descubierto que me encanta la intimidad y la calma que se respira por aquí y, como siempre me ha emocionado compartir lo que me funciona, me he animado a crear un espacio donde volcar todo lo que se agolpa en mi vertiginosa cabeza mientras trata de transformar el dolor en agradecimiento.
Y en este proceso, me voy dando ya cuenta de que todo lo que he construido a mi alrededor ha sido gracias a mi perro, que me fue construyendo a mí a base del más puro de los amores, su alegría y bondad infinita, su sencillez y esa actitud tan de perros de estar siempre aquí y ahora, disfrutando al máximo del momento.
Comenzar a sentir el mundo a través de su mirada dio un giro de 360 grados a mi forma de ver la vida; él me regaló algo que hoy lo impregna todo y es mi fortaleza más potente: energía y actitud. Darme cuenta del potencial de esas dos palabras me lleva a querer impregnar el mundo de ellas. Cuando comencé ese camino a su lado tenía 14 años. Hoy vivo el duelo más desgarrador de mi vida con 32.
Ya no será en cuerpo, pero siempre me acompañará en alma, y también en ese arcoíris del que tiñó mi mirada y mi sentir hacia dentro y hacia fuera. Hoy todo ello aún me acompaña en mis viajes, y quiero rendirle homenaje compartiendo con vosotros todo aquello que ha hecho de mi vida un hogar mejor para mi alma.
Si quieres saber un poco más sobre quién se encuentra tras estas líneas, soy una chica algo inquieta y atípica, apasionada de los viajes y la naturaleza, enamorada del mar y todos sus deportes, inquieta e inconformista, que tras más de ocho años como periodista redactando reportajes para medios como National Geographic o Ethic, hoy recorre nuevos destinos cámara en mano buscando nuevos aprendizajes con los que llenar las almas y mejorar este maravilloso planeta que tanto pisoteamos.
Desde los diferentes destinos a los que me lleve la carretera, cada semana me colaré en tu buzón con una pequeña reflexión de bolsillo que buscará volcar todo lo que voy descubriendo por el camino para inspirar a aquellos que quieran seguir explorando sus propios límites para construir el futuro desde el que se sueñan.
¿Nos leemos?
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