✅ 3 hábitos matutinos que cambiaron mi día: cómo aprender a habitar tu tiempo
Descubre los 3 hábitos matutinos que transforman mi mentalidad y me ayudan a vivir al máximo mi tiempo. Así implemento estas simples rutinas para vivir con propósito y felicidad.
¡Hola! Soy Cristina Garay, periodista especializada en lifestyle consciente, viajes y medio ambiente. En este rincón virtual encontrarás inspiración para vivir como sueñas, reflexiones sobre crecimiento personal, consejos sobre lifestyle consciente, mindset y viajes. ¡Suscríbete aquí para unirte!
🖋 El tema de hoy: te cuento una historia tremendamente inspiradora que he conocido esta semana y tres sencillos hábitos para transformar tu día.
♾️ Cositas que te recomiendo: estoy leyendo el libro Parejas mejores, de la psicóloga Alicia González. Siento que debería ser una de esas lecturas obligatorias en la vida.
🚐 Viajes: si quieres ser como la gente “normal”, no te hagas fan de la vanlife. Ya estoy planeando la siguiente escapada al Delta del Ebro. Cuéntame en comentarios qué te apetece conocer.
🌿 Vida sostenible: esta semana he conocido varios productos de limpieza eco sin tóxicos y recomiendo adentrarse en este mundo al 400%. Si te apetece conocer más, ¡dímelo en comentarios!
👩🏻💻 Journal prompt: “Me siento en la versión más viva de mí misma cuando estoy…”
¿Alguna vez has deseado ser una de esas personas que, cuando entran en una habitación, la iluminan?
Tienen una energía natural, vibrante. Sencillamente, tienen un aura espectacular.
Mientras lo admiras, probablemente sientes que tú podrías vivir tus días con más propósito y más energía. A diario, yo aprovecho mi primer rato de la mañana para tratar de hacer un reset mental y ser desde mi mejor versión, basándome en 3 hábitos que han cambiado por completo mi día a día, mi tiempo y mi forma de sentirme.
¿Por qué sentir que no habitamos nuestro tiempo es tan común?
Esta es una pregunta que me ronda la cabeza a menudo. A medida que el tiempo avanza y yo cambio a lo largo de la vida, me doy cuenta de algo: algunas conductas están tan arraigadas en mí que, incluso cuando ya no encajan con mi identidad, persisten.
Es como si hubieran forjado su propio espacio dentro de mi mente y se negaran a irse. Y uno de los pensamientos que más condiciona mi vida siempre ha llenado mi pensamiento hasta el punto de la obsesión.
Se trata de nuestra relación con el tiempo del que disponemos.
O, más bien, con la sensación constante de perderlo. Siempre lo estamos perdiendo, en realidad, pero me refiero a esa horrible sensación que nunca se va de no estar aprovechándolo al máximo.
Lo reconozco; siempre ha sido una pesadilla continua en mi mente. Tanto, que se vuelve contra mí; es la responsable de mi sensación de culpa constante por no estar viviendo lo suficiente.
El gráfico que cambió mi percepción del tiempo
Esa dichosa sensación empeoró hace algunos meses, cuando me topé con uno de esos gráficos que muestran, de forma clara y muy visual, cuántas semanas vive un ser humano que muere a los 90 años. De un vistazo, te recuerda como un jarro de agua fría la errónea percepción que solemos tener sobre la duración de la vida.
Por este pequeño culpable, mi obsesión estas últimas semanas se ha teñido de preguntas. ¿Podemos realmente dominar nuestro tiempo? ¿Albergarlo al 100%? ¿Aprovechar cada instante?
Y si es así, ¿cómo se hace?
Sabemos que nuestra mente se resiste a generar una nueva inercia, tiende a los patrones antiguos. Al piloto automático. Pero esto es precisamente lo que nos mete de lleno en esa sensación de no estar viviendo.
Soy una de esas personas de mente dispersa que se implica a fondo en nuevas y locas aventuras cada dos por tres, pero las abandona igual de rápido. Solemos tener una mente errante. La mayoría del tiempo nuestro pensamiento divaga, saltando de un lado a otro. Y eso empeora mi sensación de estar viviendo en automático. Por eso, comencé a implementar estas pequeñas acciones matutinas que han cambiado mis días.
Los 3 hábitos matutinos para transformar tu mente y tu tiempo
1. Pensamiento radicalmente positivo
Hace unos días me quedé petrificada revisando mis redes.
Me topé con la historia de una chica de 26 años que me absorbió totalmente durante más de media hora. Me sacudió las entrañas, las excusas, e hizo que esta pequeña acción se convierta cada mañana en la más importante de las tres.
Su nombre es Valeria. Es una chica deportista y aventurera que vive en plena naturaleza. Hace un mes, cuando bajó del coche para comprar unos tacos para cenar en un puesto callejero, dos coches chocaron a su lado y, de pura mala suerte, la arrollaron.
Estuvo cuatro días luchando por sobrevivir en el hospital tras una operación en la que tuvieron que amputarle las dos piernas. Tan solo tres semanas más tarde del accidente, conocí la historia de Valeria a través de unos stories en los que estaba entrenando en su casa para fortalecer los muñones y poder ponerse las prótesis cuanto antes y decir adiós a la silla de ruedas.
“Nadie puede quitarnos el poder de elegir nuestra actitud ante la vida”, decía. “Cuando los pescadores no pueden salir a pescar, reparan sus redes”.
Aún me tiene realmente asombrada su fortaleza mental. Entre la frustración, la rabia, el enfado, la desesperación, el desánimo, el shock y el enorme duelo que debe suponer una experiencia así, ella había hecho hueco en menos de tres semanas a la motivación, la fuerza, la disciplina. Había adaptado todas las expectativas que tenía sobre su vida, ahora su objetivo era "volver a caminar este año”. Desde ahí, pese al dolor físico y emocional, saca la fuerza para entrenar cada día.
Me quito el sombrero. Gracias por la inspiración, Valeria.
Desde que conocí esta historia, he aumentado el tiempo que paso cada mañana escribiendo las cosas por las que me siento tremendamente agradecida. Este pequeño hábito ha transformado el mood y el enfoque con el que comienzo cada uno de mis días de forma brutal.
Sabemos que nuestra realidad es el resultado de nuestros pensamientos. La actitud con la que enfrentamos cada situación que nos depara la vida solo depende de nosotros.



Sin embargo, es fácil dejarnos llevar por el desánimo que suele andar a sus anchas por las ciudades. Por eso, cada vez que detecto un atisbo de “desánimo infundado”, reseteo mi mente. Relativizo. Vuelvo a mi centro.
Un ejemplo tonto: si un cliente me escribe al WhatsApp a las 23.30h de un sábado - algo que me ha molestado mucho siempre -, ya no reacciono, no le doy ese poder. Desde la tranquilidad le respondo el lunes pidiéndole que no haya más WhatsApps a deshoras y, si eso no sucede, dejo de trabajar en el proyecto.
Antes, ese mensaje me hubiera tenido 3 horas cabreada y frustrada, porque es algo que se repetía constantemente - hasta un punto realmente increíble - y me hacía imposible desconectar. El día que me llamó una clienta agitada a las 00.30h de la noche del domingo al lunes, tan solo porque no encontraba el enlace con las fotografías que le había pasado días atrás, dije: “hasta aquí”. Mi vida no podía estar determinada por las malas acciones de los demás. Era el último cabreo que tendría como reacción a otros.
Pero lo cierto es que, independientemente de si son detalles tontos o situaciones muy duras, sea cómo sea la realidad a nuestro alrededor, siempre, SIEMPRE tenemos el poder de elegir nuestra actitud, nuestra respuesta a esa situación. Desde lo más absurdo hasta lo más importante.
Muy ligado a la historia de Valeria se encuentra mi segundo hábito de pensamiento.
2. Nunca des por sentado ni una sola respiración
A menudo lo tenemos absolutamente todo para ser felices, pero se nos olvida a cada paso. Dejamos que las cosas triviales nos roben la paz, la tranquilidad, la felicidad. El tiempo. Damos el tiempo por sentado, como si fuera una constante asegurada.
La vida tiene a veces la mala costumbre de poner todo patas arriba y regalarnos lo más imprevisible en los peores momentos.
Recordar cada día que la felicidad está en las cosas más simples es imprescindible. Un abrazo, un atardecer, una conversación.
Disfrútalas, vívelas, habítalas. Agradece cada nuevo día.
3. Entrena tu mente: vive aquí y ahora
Tratando de poner remedio a mi dispersión y entrenar mi mente, desde hace años me acompaña una de las mejores compañeras de viaje con las que me he topado: la meditación. A duras penas y entre muchos traspiés, se instauró en mi vida.
Ese aparentemente pequeño ejercicio - en el que, durante mucho tiempo, sentí que perdía el tiempo invertido -, de pronto parecía empezar a multiplicar mi tiempo. A hacerme vivirlo de una forma muy diferente a como lo había hecho siempre.
¿Has tenido alguna vez esa sensación, cuando te vas un fin de semana de viaje, de que esos dos días duran infinitamente más que los sábados y domingos rutinarios que pasas en tu ciudad? Así es como la atención plena, salir del piloto automático, nos permite habitar de verdad nuestro tiempo.
Hoy no hay nada que tenga tan claro como que, para saborear cada instante de la vida, para mantener nuestra presencia, para albergar nuestro tiempo, exprimirlo, vivirlo de verdad, la atención plena en el instante es algo imprescindible.
¿La clave para lograr el hábito de la meditación?
Entrenar la mente ofrece mil resistencias. La clave está en reconducir ese piloto automático teniendo una intención, un propósito mucho mayor que el simple hecho de generar el hábito. Otorgarle un sentido mayor. Pregúntate “¿para qué quiero adquirir este hábito?”
En mi caso, el objetivo de desterrar esa sensación de estar viendo la vida pasar, y querer abrazar la sensación de vivir mi tiempo de forma plena fue un catalizador absoluto. Me suelo decir: “son diez minutos para estar hoy más cerca de la vida que quiero construir. Para lograr que suceda eso que hoy solo es un sueño”.
Pero póntelo fácil.
Crea un momento: reserva 5 minutos en tu día, sin distracciones.
Evita exigencias: comienza con un tiempo manejable para ti.
Recuérdalo: no se trata de tener más tiempo, sino de vivirlo de forma distinta.
Trata de recordar que no se trata de tener más tiempo para meditar, sino de vivir tu tiempo de forma distinta. Habitarlo. Ahí tu tiempo se transforma, y entonces se transforma tu vida.
Mi definición de una vida plena comienza a ser algo tan sencillo , y tan complejo, como lograr, a medida que envejezco, mantener mi curiosidad tan intacta como la de un niño.
Desde la mente adulta nos perdemos a menudo tanta vida, tantas sensaciones, tantos descubrimientos. Mantener ese asombro, esa apertura es vital para poder transformar nuestra mente y, por tanto, nuestra vida.
¿La clave para transformarlo?
Entrenar la gratitud, la flexibilidad mental, la aceptación, la curiosidad, aprender a discernir a diario lo importante y aceptar nuestra responsabilidad en ese cambio.
Antes de que el tiempo siga pasando por delante de nosotros mientras vivimos en automático, asegúrate de empezar a disfrutar, vivir y habitar tu tiempo.
¿Qué me dejé por el camino?
Y, ahora, charlemos. Me encantaría que me dejes un comentario y saber qué piensas. ¿Qué cosas te parecen absolutamente geniales en la vida? ¿Qué cosas hay en tu vida que te hagan sentir que estás viviendo al 100%¿ ¿O con un aura que te hace amar estar ahí? ¿Cuándo te sientes mejor? Quiero descubrir si hay más puntos en común. ¡Cuéntamelos!
¿Listo para empezar a habitar tu tiempo? Prueba estos hábitos y vive cada día más. Si este post te inspiró, únete al club, déjame un ❤️ y comparte esta reflexión con alguien que lo necesite.
La mayor revelación que he tenido ha sido que los cambios no tienen por qué se grandes. Que basta con rutinas o hábitos como las que tú compartes para traerte de vuelta a este momento presente.
A mí me pasa también mucho que veo historias de superación personal, como la de Valeria que me parece de una resiliencia brutal, y entonces me doy cuenta de la suerte que tengo y lo poco que valoro algo tan sencillo pero TAN IMPORTANTE A LA VEZ como es tener dos piernas, dos manos, dos ojos y dos oidos funcionales. Me pierdo a veces en miedos absurdos y me autoflagelo con cosas que, ¿realmente merecen la pena?
Y también es una cosa extraña en mí eso que compartes de siempre pensar que podrías estar haciendo otra cosa mejor, y que no estás aprovechando el tiempo al máximo. Que la vida se va y no vuelve, y esas semanas que pasaron están ya tachadas del calendario.
¡Gracias mil por tu reflexión y por compartir tus hábitos, Cristina!
A mí practicar la gratitud me ha cambiado la mirada. Solía instaurarme mucho en la queja y ya no. Tengo una baraja donde cada semana saco una carta que me invita a tener una intención relacionada con el agradecimiento y la gratitud. En mi newsletter iré reflexionando sobre las cartas. Invitadas estáis a EL MIRADOR.