Vivir en el camino: la magia de Dolomitas en camper
Paisajes que te roban el aliento, recuerdos que nunca se borran. Así viví mi viaje por Dolomitas y estos son los consejos que te recomiendo.
¡Hola! Soy Cristina Garay, periodista especializada en lifestyle consciente, viajes y sostenibilidad. En este rincón virtual encontrarás inspiración para vivir como sueñas, reflexiones sobre crecimiento personal, consejos sobre lifestyle consciente, mindset y viajes. ¡Suscríbete aquí para unirte!
🖋 El tema de hoy: uno de mis viajes favoritos.
∞ Hoy te recomiendo: un café sin prisa de domingo y una buena lectura.
🚐 Viajes: Cabo de Palos en 3…2…1…
🌿 Conscious tip: siempre que puedas, viaja en tren, ¡es lo más sostenible!
👩🏻💻 Journal prompt: “Cuando viajo, ¿me permito descubrir realmente el lugar y su cultura?” 🌿
🎶 Qué estoy escuchando mientras escribo: Her, JVKE. The war, SYML.
Lo reconozco.
Uno de mis momentos más felices es siempre ese instante en el que un viaje da comienzo.
Hay viajes que se planifican con meses de antelación, con listas y rutas milimétricas, con reservas cerradas y horarios ajustados. Y luego están los otros. Los que suceden. Los que se intuyen en una tarde cualquiera y, sin darte cuenta, te llevan a hacer la maleta con la prisa de quien teme cambiar de opinión.
Este fue de los segundos.
Una idea lanzada al aire, un mapa con demasiadas opciones, una furgoneta inquieta por volver a la carretera y unos días que pedían a gritos escapar de las obligaciones.
Así que salí. Sin planes, sin un rumbo claro. Solo con las ganas –que a veces es lo único que importa– de ver Dolomitas con mis propios ojos.
Las primeras horas fueron un zumbido de asfalto y música bajita. El mundo deslizándose por la ventanilla, el tiempo dejando de medirse en relojes para empezar a contarse en curvas y paisajes.
Me gusta esa calma. Esa certeza de que nada urge, de que todo lo que importa cabe en una furgoneta y en la promesa de un destino rodeado de naturaleza desbordante.
Unos amigos me esperaban allí, pero no tenía prisa. Hay un tipo de felicidad que solo sucede cuando sabes que el viaje es largo. Cuando el tiempo se desdibuja y las horas se convierten en algo diferente.
Recorría cientos de kilómetros pensando lo maravilloso que sería poder parar en todos los lugares que llamaban mi atención por el camino. Pero no tenía tiempo. Dichoso mundo que tan a menudo nos deja sin lo más preciado que tenemos para disfrutar de lo que más amamos, pienso al volante.






Subí por carreteras que parecían no llevar a ninguna parte hasta que, de repente, se alzó la montaña frente a mí. Gigantes de piedra, afilados e inmensos, con su mezcla imposible de gris y verde. Belleza en estado puro.
Paré en un recodo cualquiera, abrí las puertas de la camper y ahí estaba: la inmensidad. La propia insignificancia. Esa sensación de perfección que la vida te regala durante, ya lo sabes bien, tan solo unos instantes. Y precisamente por esa fugacidad, su belleza se multiplica.
Frente a mí, dos ciervos –una madre y su cría– corrían ladera abajo. En la radio, de fondo, sonaba Fear of the Water, de SYML.
Lloré. Lloré porque la belleza a veces abruma, porque hay momentos en los que el mundo se coloca en el lugar que tanto llevas necesitando y no puedes hacer otra cosa que rendirte a él con todo.
Y por un instante, solo por un instante, el mundo es absolutamente perfecto.
La sencillez
Amo viajar en camper. Siempre lo he hecho, desde mi primer viaje a Portugal en un fiat panda, hasta hoy desde el comfort de mi camper. Es un ejercicio de sencillez, de vivir el más absoluto ahora, de mantener intacta la apreciación de lo importante.
No hay lujos, solo lo justo para estar. Despertar con la luz filtrándose por la tela de las cortinas, estirar el cuerpo antes de bajar al suelo, calentar café en un hornillo con el único sonido del viento y algún pájaro despistado. Todo se reduce a lo esencial: conducir, caminar, comer, mirar. Disfrutar de la compañía. Del silencio. De la ausencia de los “tengo ques”.
Y así, el viaje avanza.
No es un tipo de viaje apto para todo el mundo. Si el comfort es lo único que buscas de un viaje, no comprenderás la belleza de dormir sobre ruedas. Si albergas los míticos prejuicios, tampoco. Pero eso da para otro post.
Vuelvo a las noches que traían frío y cielos repletos de estrellas. Algunos campings improvisados junto a mis amigos fueron el hogar de aquel viaje, las historias compartidas entre risas, la banda sonora. Otras veces, la soledad absoluta, solo la montaña, mi perra y yo, con el viento acompañándonos como una nana salvaje.
Días de carretera y senderos
Los días transcurrían entre carreteras serpenteantes y caminatas que terminaban en panorámicas imposibles. Había momentos de esfuerzo, de pasos pesados y respiraciones cortas, pero también de pequeñas victorias: llegar a la cima y ver el mundo desde arriba, sumergir los pies en el agua helada de un lago glaciar, compartir pan con queso en una roca cualquiera con vistas a un valle verde que parecía no terminar nunca.
En el camino, nos sentábamos en mesas de madera gastadas por el tiempo y probábamos platos típicos como la polenta con queso derretido o un strudel casero que huele a hogar. Todo sabe mejor después de horas de caminata.
Lugares que no te puedes perder de Dolomitas
Las montañas de Dolomitas son postales en movimiento. Algunos de los lugares más impresionantes que visitamos fueron:
Lago di Braies: su reflejo es un espejo perfecto de las montañas, y el paseo alrededor del lago es ideal para absorber su serenidad.
Tre Cime di Lavaredo: las tres cimas más icónicas de los Dolomitas, con rutas de senderismo para todos los niveles y vistas que dejan sin aliento.
Paso Gardena y Paso Sella: carreteras de montaña con curvas imposibles y panorámicas que hacen que cada kilómetro valga la pena.
Val di Funes: un valle de cuento con pequeñas aldeas, verdes praderas y la emblemática iglesia de Santa Magdalena.
Cortina d’Ampezzo: una base perfecta para explorar la región, con buenos servicios y acceso a varias rutas.
Seceda: una de las vistas más icónicas de los Dolomitas, con sus crestas afiladas emergiendo como cuchillas de la tierra.
Lago di Sorapis: un rincón escondido que parece sacado de un sueño, con aguas de un turquesa irreal y un sendero que exige, pero recompensa.
Consejos prácticos para viajar por Dolomitas
Dónde dormir: hay áreas de pernocta gratuitas y campings bien equipados. Te recomiendo descargar aplicaciones como Park4Night para encontrar buenos spots.
Mejor época para ir: finales de primavera y principios de otoño son ideales para evitar multitudes y disfrutar de temperaturas agradables.
Carreteras: algunas carreteras son estrechas y con muchas curvas, por lo que es recomendable conducir con precaución y evitar viajar de noche con autocaravanas grandes.
Equipo esencial: un hornillo de gas, sacos de dormir o edredones adecuados para el frío, calzado cómodo para senderismo y una batería portátil para cargar dispositivos.
Respeto por la naturaleza: Dolomitas es un entorno frágil. Lleva tu basura contigo, respeta las rutas marcadas y disfruta sin dejar huella.
El viaje que nos habita
No sé qué es lo que más pesa al final de un viaje así. Si la libertad de no tener un destino fijo o la melancolía de saber que, tarde o temprano, hay que volver. Pero sé que Dolomitas nos regaló días de esos que se quedan prendidos en la piel.
De alguna forma, seguimos allí cada vez que cerramos los ojos y recordamos el sonido de las botas sobre la roca, el primer sorbo de café en la mañana helada, la montaña extendiéndose ante nosotros como una promesa infinita.
Tal vez la clave sea esa: dejar que los viajes nos habiten, en lugar de simplemente pasarlos nosotros por encima.
Y así, con el rugido del motor y los últimos picos desdibujándose en el retrovisor, nos prometimos volver. Porque hay lugares que no se visitan una sola vez. Dolomitas es uno de esos lugares que, de algún modo, te llaman de nuevo.
¿Y nuestro impacto?
Si hay algo que no logro comprender es la frialdad con la que se hacen virales, únicamente por su belleza, lugares que estamos matando. Dolomitas sigue siendo un atractivo indiscutible, pero a su paso nadie habla del impacto que el cambio climático está teniendo sobre este paisaje majestuoso.
Las montañas, que antaño eran símbolos de resistencia y eternidad, ahora enfrentan alteraciones a un ritmo acelerado, muy a menudo ignorado o incluso opacado por la fascinación social que despierta la región.
Igual que otras áreas de montaña, Dolomitas es especialmente vulnerable al calentamiento global. En la última década, las temperaturas han subido considerablemente, y los glaciares de la región, que antaño eran vastas extensiones de hielo, se están derritiendo a una velocidad alarmante.
La desaparición de estos glaciares afecta por supuesto a la estética del paisaje, pero también a los pilares en los que se basa: el equilibrio de sus ecosistemas.
A medida que el hielo se derrite, los paisajes de alta montaña que parecían inmutables están cambiando rápidamente. Las especies que habitan en estos entornos, como las plantas alpinas o algunos animales especializados en climas fríos, están viendo su hogar y su hábitat disminuidos.
Los glaciares no son el único indicador; las alteraciones en los patrones de precipitación y la frecuencia de eventos climáticos extremos, como tormentas más intensas o veranos más calurosos, también están alterando la flora y fauna locales.
Otro turismo es posible
A pesar de la vulnerabilidad de este ecosistema, Dolomitas se ha convertido en una de las regiones más codiciadas en redes sociales. Las imágenes perfectas de atardeceres sobre las montañas o las panorámicas de los picos nevados y los valles verde esmeralda no solo atraen a turistas, sino que contribuyen a la masificación de ciertas zonas según las modas. Encontrar el equilibrio entre la conexión con la naturaleza y su protección es ya absolutamente indispensable.
En el próximo post me adentraré en este tema. Cuéntame qué quieres saber. 👇🏽
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¡Feliz lectura! 🌊
Me encantó leer esta experiencia y me encantó más, leerla escuchando de fondo: "fear of the water" . No había escuchado este grupo y ahora lo conozco gracias a ti.
“Hay un tipo de felicidad que sucede cuando sabes que el viaje es largo”. Estoy totalmente de acuerdo.
Son precisamente esos viajes los que nos llenan el alma.